Druidas

Sonehenge, John Constable

Una cultura cuya sensibilidad hacia la naturaleza, y la firme convicción de que formaban parte de ella, se convirtió en el mayor tesoro a preservar por los Druidas.

Para los celtas la naturaleza era la "Gran Madre" de todos los seres vivos. Todas y cada una de las manifestaciones naturales, incluso las más violentas y perturbadoras, eran vividas por los celtas como una encarnación de esa energía absoluta que ellos denominaban Oiw.

El conocimiento y estudio de este fenómeno estaba únicamente reservado para sacerdotes y druidas; un proceso cíclico de nacimiento y muerte que se renueva a cada instante (Oiw)

Estos y más conceptos debían ser respetados, al igual que las tradiciones, ya que quien no lo hacía era separado de la sociedad o castigado con la muerte.

Los druidas, un contado número de individuos, eran los que accedían a los misterios de lo sobrenatural. Dominaban el aspecto esotérico de la "religión" celta: conocían hierbas, astros, las fuerzas de la naturaleza y como dominarlas y eran capaces de adivinar el futuro.


Debemos prestar atención a la etimología de la palabra para acertar en a qué nos referimos. Según Plinio el Viejo la palabra "druida" refleja el culto que éstos reservaban a las encinas. Según la raíz indoeuropea wid (saber, conocimiento) y a deru (encina) se puede deducir que los druidas serían, por tanto, los "conocedores de la encina".

Cabe recalcar el el gran respeto que los celtas mantenían hacia la Madre Naturaleza y sobre todo a los árboles. Se les consideraba sacros ya que son los únicos seres vivos capaces de poner en contacto el cielo con la tierra, y son, ciertos tipos, poderosos elementos curativos.

De hecho, serían las forestas las que muchas veces servirían de aliado en las batallas de los "bárbaros" (celtas) contra los romanos.

Según comenta Tito el Livio de la batalla de la selva Litana, cerca del 215 a. C.: "Había una extensa selva, denominada Litana por los galos, por la que debería pasar el ejército (...). Cuando el ejército se hubo adentrado en el bosque, los galos empujaron los árboles más lejanos que, abatiéndose sobre los demás, que apenas se tenían en pie, provocaron un estrago tal de soldados, caballos y armas que tan sólo diez hombres consiguieron salvarse".

Volviendo a los druidas, ellos eran los únicos miembros de la sociedad que conocían el alfabeto y la escritura, aún no utilizándola con frecuencia. Según Julio César ellos "no consideraban lícito escribir sus preceptos; para los demás asuntos, tanto públicos como privados, utilizaban el alfabeto griego".

Dos razones tenían para evitar la escritura: por una parte no querían que sus normas estuvieran a disposición del vulgo, y la segunda, para evitar que los discípulos al confiar en la escritura se aplicasen al estudio con menor atención.

Los druidas interpretaban en la sociedad celta el papel de únicos depositarios de la sabiduría. Estaban claramente separados de los caballeros, que se dedicaban a la guerra. Otra vez, basándonos en las palabras de César: "se interesaban por el culto, se ocupaban de los sacrificios públicos y privados, interpretaban los asuntos relacionados con la religión, a su alrededor se reúne gran número de jóvenes y se les tiene en gran consideración".

Incluso más allá de eso, eran quién de decidir en casi todos los litigios, establecían penas y compensaciones, y eran responsables de la educación de los jóvenes quienes aprendían "cuestiones acerca de los astros y de sus movimientos, de la grandeza del mundo y de la tierra, de la naturaleza y de la esencia y el poder de los dioses".

Sobre su formación como druida, ésta duraba al rededor de veinte años, durante los cuales los ancianos enseñaban su ciencia y conocimiento a los jóvenes aspirantes, verificando que los aprendieran de memoria.

El griego Estrabón nos presenta a los druidas como sabios, sino como filósofos; y es que estos conocían incluso, según se baraja desde diferentes fuentes, las doctrinas pitagóricas de la inmortalidad del alma.


Pero, sin duda alguna, por lo que más fama han cosechado los druidas, es por su basto conocimiento y dominio de la astronomía, la cual les permitía elaborar calendarios  (como el de Coligny) y determinar las coordenadas necesarias para la construcción de templos, tumbas y santuarios.

Por tanto, los poderes de los druidas eran realmente amplios. "Astrónomos, meteorólogos, jueces, educadores, médicos y sanadores, además de depositarios de la ciencia y la verdad, representaban el fundamento de la sociedad celta".

Tal vez sea por esta razón por la que, tras la invasión de Galia por parte de César, le llevara a ensañarse con ellos para someter a la civilización celta.

Según se narra por Cornelio Tácito en sus Annales, hubo una batalla que culminó con los druidas. Nerón, emperador romano, quiso borrarles de la sociedad celta. Cerca del año 60 d. C. los "rebeldes" (druidas) se encontraban atrincherados en la isla de Mona (actual Anglesey, en la costa noroccidental de Gales) y el ejército del por aquel entonces gobernador de la provincia, Suetonio Paulino, procedió militarmente.

"En la playa  estaban congregadas las filas de los enemigos recorridas por mujeres cubiertas con túnicas como las Furias que, desgreñadas, agitaban las antorchas. Alrededor se encontraban los druidas con las manos alzadas al cielo, lanzando maldiciones y oraciones; con su aspecto impresionaron a los soldados hasta el punto de que, como si estuvieran paralizados, se dejaban herir igual que si sus miembros hubieran sido atados"

Ya una vez recuperados del espanto los legionarios, e incitados por sus jefes "se lanzaron contra ellos y los derribaron, abrasándolos con sus propias llamas".

Tras continuar la masacre en Britania, y ya haber sucedido en Galia, el druidismo quedó relegado a Irlanda y los territorios del norte de Escocia.

En definitiva, de esta manera de acabó progresivamente con el fundamento de la civilización celta: los druidas.

Pero es gracias a las nuevas investigaciones antropológicas y arqueológicas que hoy podemos conocer un poco más sobre esta interesante civilización y su cultura.